Tabla 1 (a)
Consideraciones éticas para la elaboración de informes psicológicos clínicos en el contexto mexicano
0 commentsPosted in Artículos | Vol. 7 | Núm. 2 | 2021

Autor(es) | Diana Moreno Rodríguez, Norma Edith Muñoz Villegas, Pamela Rodríguez Palacios y Christian Ivan Gil Dávila. |
Contacto | dianamoreno90@gmail.com; edith_598011@hotmail.com. |
Tipo de Contribución | Artículo Teórico. |
Referencia | Revista Digital Internacional de Psicología y Ciencia Social Vol. 7, Núm. 2, 2021. |
- Resumen
- Abstract
- Introducción
- Método
- Precisiones teóricas
- Análisis y discusión
- Conclusión
- Referencias
- Anexos
RESUMEN.
En la práctica profesional, el psicólogo clínico tiene la obligación de comunicar los resultados de su actividad mediante un informe claro y preciso. Dicho informe es conocido en la literatura como informe psicológico clínico (IPC). El objetivo de este artículo es presentar 10 recomendaciones básicas para la elaboración de un IPC; estas recomendaciones incluyen elementos de formato y contenido, así como diversos aspectos relacionados con la ética. Para apoyar cada una de las recomendaciones se consultaron diferentes fuentes de información publicadas por asociaciones de psicólogos reconocidas en México y en el extranjero, así como autoridades académicas y de la salud. Se presentan dichas recomendaciones, su definición, así como una tabla documental con las fuentes, numerales, artículos y leyes, entre otros aspectos, que apoyan cada una de las recomendaciones. Se concluye la necesidad de que los psicólogos en formación conozcan dichas sugerencias y los documentos referidos.
ABSTRACT
In professional practice, the clinical psychologist has the obligation to communicate the results of his activity through a clear and pre-cise report. This report is known in the literature as the Clinical Psychological Report (CPR). The objective of this work is to present 10 basic recommendations for the elaboration of an CPR, these recommendations include elements of format and content, as well as various aspects related to ethics. To support each of the recommendations, different sources of information published by recognized associations of psychologists in Mexico and abroad, as well as academic and health authorities, were consulted. These recommendations, their definition, as well as a documentary table with the sources, and numerals, articles, laws, etc., that support each of the recom-mendations are presented. The need for psychologists in training to know these suggestions and the referred documents is concluded.
INTRODUCCIÓN
El quehacer del psicólogo puede describirse como un proceso que involucra actividades variadas y diferenciadas en cada etapa de dicho proceso. El producto de estas actividades y juicios derivados de éstas se verán reflejados en un documento denominado “informe psicológico clínico” (IPC). El Dicho informe es un documento con rigurosidad científica y objetividad, es un instrumento de comunicación cuyo objetivo principal es dar a conocer los resultados del proceso de evaluación o intervención psicológica. En este documento se plasma la información esencial de la evaluación psicológica o proceso psicoterapéutico (Bustos, 2018; Heredia, Santaella y Somarriba, 2012; Pérez, Muñoz y Ausín, 2003).
Las cuatro funciones principales de un IPC según Wiener y Costaris (2012) son: 1) incrementar el entendimiento de los involucrados en el caso, de las habilidades cognitivas, conductuales, dificultades socioemocionales, así como los factores medioambientales que impiden un ajuste emocional del paciente (cliente); 2) proporcionar recomendaciones viables para efectuar una intervención que se adapte a las necesidades del cliente; 3) comunicar la información del diagnóstico y recomendaciones que se llevarán a cabo para una mejor adaptación del cliente, y 4) proporcionar un registro a largo plazo que pueda utilizarse en cualquier momento.
La estructura del IPC puede variar; sin embargo, se considera que expresa de manera organizada, sintética e integrada lo que se ha comprendido, valorado y juzgado del caso. En términos generales, el IPC en una modalidad oral o escrita incluye una descripción valorativa del cliente, además de las respuestas a preguntas específicas (Heredia et al., 2012).
En la literatura se puede encontrar una gran diversidad en la conformación de su estructura; no obstante, el IPC integra y combina un número importante de elementos; entre los más comunes están: fecha de inicio y término (evaluación/intervención), datos de identificación del paciente, historia del problema, descripción del proceso de evaluación, selección de pruebas, integración de diversos recursos de información, recomendaciones, conceptualización del caso, etcétera (Cattáneo, 2007; Fernández-Ballesteros y Calero, 2013; Groth-Marnat y Horvarth, 2006; Mancilla, 2011).
Wiener y Costaris (2012) indican que pareciera que el IPC está relacionado sólo con habilidades de escritura, de formato y de comunicación, es decir las relacionadas con el cómo comunicar las ideas de una manera efectiva y ordenada. Al respecto hay estudios que evalúan diferentes estilos de presentación de un IPC, en donde se demuestra que aquellos que se organizan en temáticas (vs datos de las pruebas), son los más aceptados entre los no especialistas, porque según los autores los temas sirven como organizadores para comprender mejor la información contenida en un IPC (Pelco, Ward, Coleman y Young, 2009). En otros estudios, y siguiendo con la lógica de destacar la estructura, formato y contenido de un IPC, Erikson y Maurex (2018) evaluaron —en un grupo de estudiantes la retroalimentación recibida por profesores y por los pares—la escritura de un IPC. Dicha retroalimentación versó acerca de cuatro dominios (aspectos formales, contenido, conocimiento y lenguaje); los resultados muestran que los estudiantes son capaces de recuperar la retroalimentación recibida e indicar un cambio significativo en los dominios evaluados en una segunda versión de sus informes.
Sin embargo las habilidades necesarias para desarrollar un IPC van más allá de la escritura, comunicación y estructura del IPC. Se requiere de una base sólida de considerandos éticos, del uso que se le dará a la evaluación, la necesidad del consentimiento informado y las implicaciones de la divulgación e interpretación de los resultados, entre otras cosas (Borda, Del Río, Pérez y Martín, 2002; Ormart, 2013). Para Arslan (2018) los psicólogos deben estar bien informados de las reglas, códigos, guías y principios que deben regir su actividad profesional. Pero para conducirse de manera ética no basta con conocer los códigos y guías existentes; se trata un problema de formación universitaria (Cristaldo, 2012; Díaz-Barriga, Pérez y Lara, 2016; Pasmanik y Winkler, 2009; Ochoa, 2018).
En los últimos años ha habido un cambio importante en la formación de los psicólogos; por una parte, las responsabilidades y compromisos de los profesionales de la psicología han de ajustarse a las demandas de un usuario más consciente de sus derechos como usuario de los servicios de salud (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2017), y por otra, la infinidad de propuestas materializadas en documentos (leyes, códigos, manuales de estilo, decretos, etcétera) que de una u otra manera apoyan y hacen más complejas las actividades del psicólogo en cualquier ámbito de desarrollo profesional en el siglo XXI, todo esto permeado por una globalización inminente. Las fuentes que advierten acerca del fenómeno de la formación profesional como un fenómeno global son diversas; algunas de ellas indican los convenios internacionales, otras la necesidad de coordinar las políticas públicas para regular la acreditación y titulación entre los países de Latinoamérica, y otras —como los organismos internaciones— que reconocen la importancia de las cualificaciones relativas a la educación superior que trascienden las fronteras (Altbach, 2016; Fraile, 2006; UNESCO, 2019).
Todos estos elementos indican la necesidad de ha-cer un recuento de los elementos esenciales necesarios en la elaboración de un IPC. Para la propuesta desarrollada en este trabajo, y de acuerdo con la lógica de Pérez et al. (2003), primero se enuncia cada una de las recomendaciones de manera independiente, después se hace una descripción general, y enseguida se presenta una tabla documental en donde se enlistan las guías, leyes, decretos, artículos, manuales y/o documentos que apoyan dicha descripción.
Este trabajo, sin ser una revisión exhaustiva, representa una guía general de 10 recomendaciones para desarrollar IPC de calidad, teniendo como ejes rectores algunos elementos de formato y estilo, la ética profesional, la competencia profesional, la autonomía del cliente, la confidencialidad, el respeto a informar al cliente, las autoridades y los otros involucrados en el caso.
MÉTODO
Primero se hizo el listado, así como una definición precisa, de las 10 recomendaciones que conformarían este documento, mismas que fueron retomadas de Pérez et al. (2003). Una vez definidas, y mediante internet se pro-cedió a consultar tres diferentes fuentes de información: 1) los códigos de ética tanto de la Sociedad Mexicana de Psicología (2010), como de la American Psychological Association (2017), ambos casos como referencias obligadas para los psicólogos de México, y en especial el segundo como referencia básica para el mundo globalizado del siglo XXI; es importante destacar que la gran mayoría de las asociaciones de psicología en el mundo han tomado como referencia básica el código de ética de la American Psychological Association (APA) para la estructuración del propio (Fierro, 2001); 2) se consideraron las instancias de gobierno relacionadas con la salud (instituciones de salud) y la bioética (instituciones de protección de datos personales), y 3) las fuentes de información académica que, en su modalidad de libros y manuales, constituyen parte de los currículos de los psicólogos en formación profesional, y que son lectura obligada en diversidad de asignaturas.
Para la selección de la información que sería incluida en este trabajo, se consideró como eje de consulta cada una de las 10 recomendaciones definidas; de este modo cada uno de los autores de este trabajo consultó y revisó las posibles fuentes de información y decidió su pertinencia con el criterio de la mención explícita de la temática o recomendación bajo análisis y la versión más reciente de la fuente consultada.
Después, y en repetidas ocasiones, los autores se reunieron y discutieron la pertinencia de las fuentes seleccionadas; en caso de haber discrepancia se analizaba el caso y se discutía hasta llegar un acuerdo respecto a la inclusión o exclusión de la fuente analizada. Es necesario mencionar que en algunos casos se eliminaron fuentes, en otros se sustituyeron por versiones más recientes y en otros más, y dado que la búsqueda se hizo de nuevo, se encontraron otras fuentes, acción que enriqueció el trabajo final.
Es importante indicar que en que la primera revisión se encontraron 10 fuentes diferentes, y 131 artículos (incisos, numerales, etcétera), relacionados con las 10 recomendaciones o ejes de análisis. En una última revisión se eliminaron dos fuentes, se sustituyeron cuatro fuentes por versiones más recientes, y se agregaron seis más, quedando un total 14 fuentes diferentes y 222 numerales. Asimismo, todas las fuentes documentales presentadas se muestran de manera textual; en algunos casos la instancia de emisión las denomina artículos, numerales, cláusulas breves o acotaciones, de ahí el formato disímil entre ellas.
PRECISIONES TEÓRICAS
Poseer la cualificación
La primera recomendación hace hincapié en que el profesional que elabore un IPC debe tener título y cédula profesional que lo acredite como licenciado en Psicología. Como profesional competente es necesario que se mantenga en constante formación; su competencia clínica debe ser de altísima calidad para hacer evaluaciones y diagnósticos psicológicos, lo que sólo se logrará con la actualización de sus conocimientos y habilidades profesionales. Aunado a ello, el profesional de la Psicología, al desempeñar cualquiera de sus funciones, incluidas la evaluación, la intervención o el informe psicológico, debe conocer cuál es su nivel de competencia y limitación profesional.
Otros aspectos que el psicólogo debe conocer son los principios éticos y legales vigentes del lugar en que ofrece sus servicios. Los documentos de apoyo relativos a la cualificación del evaluador en México se muestran en la tabla 1 (ver en anexo).
Respetar la dignidad, libertad, autonomía e intimidad del cliente
Se debe respetar la dignidad, la libertad, la autonomía y la intimidad del cliente; por tanto, el psicólogo tiene la obligación de decidir qué tipo de información puede ser solicitada al cliente, y/o qué información personal del cliente puede ser revelada en el informe, siempre en el supuesto del respeto e intimidad del cliente. El IPC incluye datos de la vida privada del paciente, por lo que sólo se incluirá la información necesaria para cumplir los objetivos terapéuticos (ver tabla 2 en anexo).
Respetar y cumplir el derecho y el deber de informar al cliente
De acuerdo con las normas dictadas en México (ver tabla 3 en anexo), el psicólogo tiene la obligación de brindar la información necesaria al paciente para que sea él quien tome decisiones acerca de su intervención psicológica, por lo que es necesario que llegue a acuerdos con el terapeuta. Asimismo, el psicólogo debe considerar que el paciente tiene derecho a la información obtenida de su tratamiento psicológico, así como el derecho de recibir un informe de alta con todos los documentos que lo acreditan, por lo que es necesario que el terapeuta sea preciso y utilice un lenguaje coherente y libre de tecnicismos. En los casos donde la naturaleza de la relación psicólogopaciente impida proporcionar información, el terapeuta estará obligado a dar aclaraciones de los motivos de dicha situación. El psicólogo tiene la obligación de responder a las dudas que el paciente plantee acerca de su proceso de intervención.
Organización de los contenidos del informe
Una característica esencial de un IPC es que en éste se presenta la información recabada de manera estructurada y ordenada. La información vertida en el IPC describe las particularidades del caso, desde el nombre del terapeuta, datos específicos del paciente, datos del cliente, descripción de la demanda, objetivos de la evaluación, fechas, instrumentos de recolección de datos, procedimiento seguido, integración de resultados, conclusiones y recomendaciones, siempre en el entendido de respetar la identidad e integridad de los involucrados. Es de suma importancia mencionar que los datos descritos en el IPC serán presentados sólo con la información recabada a partir de instrumentos y procedimientos válidos para el área de la Psicología, con el objetivo de apoyar las afirmaciones indicadas en el informe (Fernández-Ballesteros, 2013; CNB, 2015) (ver tabla 4 en anexo).
Descripción de los instrumentos utilizados y facilitar la comprensión de los datos
Cualquier evaluación y/o valoración psicológica en que se requiera el uso de instrumentos, el psicólogo está obligado a prestar atención a la estructura de éstos. El psicólogo debe estar bien informando acerca de su construcción, validez, consistencia, traducción, estandarización y adaptación a población mexicana. Asi mismo, es necesario incluir la descripción detallada de cada instrumento utilizado, y no perder de vista que la evaluación se basará en múltiples pruebas como información complementaria para la interpretación de resultados. Por otro lado, el psicólogo nunca deberá basar sus decisiones en instrumentos obsoletos o no estandarizados (ver tabla 5 en anexo).
Proceso de evaluación, hipótesis formuladas y justificación de conclusiones
El IPC debe incluir una descripción pormenorizada del proceso de evaluación, esto es los diferentes momentos implicados en dicho proceso, desde la aplicación de pruebas psicológicas hasta la interpretación de éstas, todo con la finalidad de generar hipótesis de acción terapéutica con su justificación y evidencias de apoyo. También es indispensable que se tenga un orden específico al momento de redactar las conclusiones, siempre manteniendo una relación estrecha con los datos recolectados en las evaluaciones, los cuales sirven de evidencia para los juicios, interpretaciones y conclusiones plasmadas en el IPC. Esto debe permitir la contrastación y valoración de otros profesionales de la Psicología que en su caso convenga. Toda esta información debe ser correcta y confiable, de modo que permita al psicólogo formular un plan de intervención ad hoc a las necesidades de sus clientes (ver tabla 6 en anexo).
Cuidar el estilo
Al presentar un IPC —ya sea de manera oral o escrita— el psicólogo debe considerar el estilo de lenguaje que facilitará la comprensión de su informe. Primero se recomienda el uso de un lenguaje claro, sencillo y comprensible para el lector u oyente; el psicólogo tiene que asegurarse de que las palabras usadas significan lo que se quiere decir. Para ello debe utilizar palabras y oraciones breves y evitar tecnicismos, redundancias, etiquetas y ambigüedades. Las palabras y oraciones breves se comprenden con mayor facilidad; muchas veces el que redacta el IPC puede ser redundante; para evitar esta situación, se recomienda no recurrir a más palabras de las necesarias al sentido que se quiere dar al escrito. Después, para facilitar la comprensión de su informe se recomienda utilizar esquemas para organizar las ideas principales del informe, incluso el uso de ejemplos en caso necesario, logrando con ello mayor claridad a su comunicado (ver tabla 7 en anexo).
Mantener la confidencialidad y la secrecía profesional
En los primeros contactos que establece el psicólogo con el cliente, el profesional debe informarle de manera detallada acerca de su derecho a la confidencialidad; es así como el psicólogo, junto con el cliente, definirá el control y uso que se dará a la información que se obtenga por medio de su persona; el cliente autoriza de manera expresa los detalles de cómo y qué información puede ser revelada. La información que obtenga el psicólogo está resguardada con la secrecía profesional, y puede darse a conocer sólo si el cliente da su autorización explícita para hacerlo, y en su caso el cliente junto con el psicólogo definirán qué información y en qué condiciones podrá ser pública.
Por último, se darán a conocer al cliente los límites de esta confidencialidad; por ejemplo, en casos legales o en los que atenten contra su integridad física y moral. En casos extraordinarios el psicólogo puede negarse a proporcionar un informe cuando tiene la certeza de que se puede hacer un mal uso de la información vertida en el IPC (ver tabla 8 en anexo).
Solicitar el consentimiento informado
En los últimos años ha habido un crecimiento en la protección de los usuarios de los servicios de salud; así lo demuestran infinidad de documentos editados por diferentes autoridades relacionadas con dichos servicios. Como se ha comentado, es derecho del paciente mantenerse informado, por lo que el terapeuta deberá proporcionar al cliente el documento denominado “carta de consentimiento informado”, así nombrado porque el cliente debe estar informado de los detalles del proceso terapéutico. El cliente deberá conocer, y en su caso aceptar, la información, usos y documentos que acompañarán su IPC. En general este documento se proporciona al cliente cuando se le han dado a conocer los detalles del trabajo psicológico por completo, incluyendo el inicio, fin, duración y los riesgos de éste, para que el cliente acepte la valoración y el tratamiento psicológico. En caso de existir incapacidad por parte del paciente para dar su consentimiento respecto al tratamiento psicológico, el profesional lo podrá obtener por medio de terceras personas (ver tabla 9 en anexo).
Proteger los documentos
Con la finalidad de proteger la información del paciente y evitar la interpretación inadecuada de la intervención psicológica, el terapeuta deberá abstenerse de compartir resultados e información a personas que no estén calificadas. De esta manera, todo IPC deberá resguardarse en condiciones óptimas de acuerdo con los lineamientos de las instituciones de salud y centros de atención; esto implica que se tenga en cuenta la seguridad, confidencialidad y el mantenimiento de los datos y expedientes del paciente. Es de especial interés mencionar aquellos relativos a la esfera íntima o también denominados sensibles, como el origen étnico, la preferencia sexual, las creencias religiosas y en particular el caso que nos ocupa el estado de salud. El psicólogo a cargo de las intervenciones del paciente tiene la responsabilidad de salvaguardar los datos, evaluaciones, resultados y todo lo contenido en la documentación clínica (ver tabla 10 en anexo).
Un análisis sintético de esta información mostró un total de 14 fuentes distintas y 222 numerales, artículos etc., que de una u otra forma hacen alusión a las recomendaciones señaladas. Así pues, en la Recomendación 3 que a la letra dice Respetar la dignidad, autonomía e intimidad del cliente, 10 fuentes (18 numerales o artículos), distintas mencionan estos aspectos. Las recomendaciones 8 y 9 que en su contenido refieren aspectos sobre la confiden-cialidad y el consentimiento informado respectivamente, siete fuentes diferentes los mencionan, sumando entre las dos un total de 53 numerales o artículos. Con relación a los aspectos de formato y contenido (recomendaciones 4, 5 y 6), tan solo se encontraron cuatro documentos que refieren dichos elementos (ver tabla 11).
Es importante señalar que en las diez recomendaciones se entremezclan los documentos propuestos por alguna asociación de psicólogos, una entidad gubernamental, y un organismo internacional (ver tabla 11), lo que sugiere que las diez recomendaciones aluden a temáticas que de una u otra forma están consideradas por diferentes instancias reguladoras.
ANÁLISIS Y DISCUSIÓN
Como se recordará el objetivo de este trabajo es mostrar a los profesionales de la Psicología 10 recomendaciones básicas para la estructuración de un IPC; estas recomendaciones versan acerca de diferentes aspectos, desde los que mencionan el qué debe contener un IPC (formato, estilo y contenido) hasta referentes a cuestiones éticas, a manera de disposiciones. La definición de estas recomendaciones y los apoyos documentales mostrados en este trabajo representan una guía en donde se reúnen en un solo documento, lo que se encuentra de manera dispersa, si se tiene el propósito de adentrarse en el tema.
El IPC es la culminación del proceso terapéutico; para escribir un reporte los psicólogos deben tener una serie de habilidades; por una parte, las relacionadas con el conocimiento de su estructura en términos de formato y contenido, y por otra las enmarcadas en una base con-ceptual de prácticas éticas. En cuanto al conocimiento de la estructura del IPC, y al ser éste un texto expositivo, el psicólogo deberá tener presente los conocimientos, las habilidades y las actitudes del lector, cuidando en todo momento la coherencia del texto. Al respecto, Pelco et al. (2009) recomiendan hacer un informe funcional o integrado, más que un informe como recurso informativo, porque estos últimos son más difíciles de comprender para las personas no especializadas, dado su énfasis en datos crudos, puntuaciones prueba tras prueba, resultados aislados e información muchas veces no referida al problema o queja principal del cliente, lo que dificulta la comunicación. Por su parte, los informes funcionales o integrados comunican todo lo que se evaluó y comprendió de una persona, y se caracterizan por tener una estructura referida a subtítulos, temáticas o etiquetas, lo que facilitan su comprensión, como habilidades académicas, funcionamiento emocional y recomendaciones, entre otras.
En un contexto universitario, y cuya prioridad es desarrollar habilidades para estructurar un informe integrado, Pelco et al. (2009) sugieren las siguientes estrategias: 1) énfasis sobre la naturaleza, estructura y características de los informes funcionales o integrados; 2) antes de presentar un IPC, programar ejercicios por medio de organizadores gráficos, en donde el estudiante plasme el caso en cuestión y pueda enlazar e integrar los diferentes dominios o aspectos evaluados; 3) uso de plantillas bien estructuradas, que a lo largo del tiempo se desvanecen para garantizar la generalización, y 4) discutir el caso y concluir con el mensaje central que se quiere comunicar, en términos de contenido. En este trabajo se presentan las indicaciones de Fernández-Ballesteros (2013) y Mancilla (2011), que aunadas a lo indicado por Pelco et al. (2009) se garantizaría un IPC de calidad. Pero estructurar un IPC de calidad involucra habilidades que se desarrollan con la práctica.
Respecto a las habilidades y conocimientos relativos a la bioética, como se habrá notado en este trabajo, seis de las 10 recomendaciones aluden a esta cuestión (1, 2, 3, 8, 9 y 10), destacando las leyes, numerales y artículos que por mucho sobrepasan a los referidos a formato y contenido. En este caso particular de nuevo destaca la interrogante de cómo se pueden enseñar y aprender aspectos como el respeto a la dignidad de la persona, a la libertad, a la autonomía, al consentimiento, a la confidencialidad de la información, etcétera; algunos dirán que de la misma manera en que se enseña y se aprende un formato, o sea leyendo manuales, analizando formatos, reconociendo su estructura, etcétera. Sin embargo, todos estos aspectos encierran la toma de decisiones frente a dilemas. Borda et al. (2002) sugiere, por una parte, y ante la necesidad de las carencias de los estudiantes respecto de los temas éticos, implementar una asignatura específica referente a la ética profesional, y por otra parte diseñar y probar estrategias que permitan a los estudiantes tener un sistema de valores sólido para reconocer dilemas éticos y generar soluciones de actuación en el mismo sentido.
Es importante destacar que el grupo de fuentes documentales referentes a la bioética, presentadas en este trabajo, son en su mayoría disposiciones gubernamentales nacionales. En México la fuente principal de información de bioética para los psicólogos, y aun cuando data de 2010, es el Código Ético de Psicólogo, desarrollado por la Sociedad Mexicana de Psicología (SMP); es común observar su referencia en algunas las asignaturas de los planes de estudio de las escuelas de Psicología en México, (Universidad Nacional Autónoma de México [UNAM], s/f); Universidad de Sonora [UNISON], s/f; Universidad de Guadalajara [UDG], s/f). De acuerdo con Ormart (2013), los códigos no tienen la fuerza de la ley, pero prescriben las conductas esperadas para los profesionales. Por otra parte, las disposiciones gubernamentales (algunas de ellas formalizadas como leyes, e instrumentadas por la Secretaría de Salud (SSA), por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), o la Comisión Nacional de Bioética (CNB), entre otras) también deben ser un referente obligado para los psicólogos mexicanos en formación, y para los ya consolidados, como reguladores de su actuar, incluido el desarrollo o estructuración de un IPC.
Otras fuentes incluidas en este trabajo, e igualmente referidas a las cuestiones de la bioética, son las propuestas de las asociaciones de psicólogos de otros países y de algunos organismos internacionales. La pregunta es: ¿Dónde radica su importancia para ser consideradas como un marco de referencia en la estructuración de un IPC? En primer término el código de ética de la American Psychological Association (2017) ha sido el modelo de inspiración para los códigos en más de un país mediante sus asociaciones; por ejemplo, España (Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos, 2010; Fierro, 2001; Lindsay, 2009), México (Sociedad Mexicana de Psicología, 2010) y Argentina (Federación de Psicólogos de la República de Argentina, 2013), lo que sugiere semejanzas entre los códigos y un origen en común, aun cuando se podrán observar algunos matices en su contenido. Por otra parte, y sumado a lo anterior en el terreno del mundo globalizado, el código de ética de la American Psychological Association (2017) y las reglas del Ethics Committee of the American Psychological Association (American Psychological Association, 2018), son sin duda dos fuentes de información importantes en el ámbito de la bioética y la práctica profesional. Asimismo, el vínculo de la globalización con la educación superior ha permitido definir perfiles globalizados de los profesionales de la salud, acceso a materiales muy diversos, homogenización de planes de estudio y definir mercados laborales internacio-nales, de manera que es inminente conocer documentos reveladores más allá de las fronteras mexicanas (Altbach, 2016; UNESCO, 2019).
De este modo, si se quiere formar estudiantes competentes en la estructuración de IPC será necesario incluir en los planes de estudio tanto elementos de formato y contenido como de bioética, pero este último no como un contenido curricular extra, sino como parte de la práctica profesional y su regulación.
Por otra parte, al ser este trabajo una búsqueda no exhaustiva, un recuento final revela como limitación una probabilidad mediana de que se hayan quedado sin incluir fuentes tal vez importantes; sin embargo, están incluidas las más comúnmente citadas o consultadas por los especialistas.
Algunos lectores se preguntarán por qué algunas fuentes datan de cinco años o más, lo que parecería ser una crítica a la búsqueda plasmada en este trabajo; es evidente que las leyes, reglamentos, códigos y manuales no son actualizados con la frecuencia que los interesados en el tema quisieran, como una legislación debería ser evaluada y revisada, y en su caso modificada, de acuerdo con los avances en las herramientas de evaluación, los tratamientos, las mejoras en la prestación de los servicios, etcétera. Sin embargo, es difícil determinar la frecuencia con que un reglamento, legislación o código debe modificarse, como el Código Ético del Psicólogo de la Sociedad Mexicana de Psicología (2010); todo esto se complica cuando se piensa en la duración del proceso, su costo y la consulta a todos los implicados. Otra limitación se relaciona con la manera en que se efectuó la búsqueda de la información (consulta directa de páginas institucionales, organizaciones, manuales, etcétera); tal vez si se hubiera hecho por medio de bases de datos especializadas los resultados serían diferentes; esta es una cuestión que quizá se pueda responder si se plantea una nueva búsqueda.
Ahora bien, ¿hacia donde dirigir los esfuerzos para nuevas recomendaciones en la estructuración de un IPC?; considérese la expresión de algunos colegas: “nuevas estrategias en el servicio psicológico, nuevas formas de hacer IPC”; está frase encierra un campo de actuación profesional denominado telepsicología, es decir, el servicio psicológico, mediado por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). En países como Estados Unidos, por medio de la American Psychological Association (2013), en España con el Consejo General de Psicología de España (2017), y en Puerto Rico con la Asociación de Psicología de Puerto Rico (comunicación personal, 3 de mayo de 2020), han desarrollado documentos extensos para la prescripción de servicios de evaluación y tratamiento psicológico en contextos clínicos a distancia, sin embargo, no hay indicios de que el IPC adquiera diferentes matices en ese sentido; ni siquiera se menciona. Es menester hacer un llamado de atención a las asociaciones de psicólogos en México para que se pongan a la vanguardia en este sentido.
Es evidente que la estructuración de un IPC de calidad no constituye un ente que se aprenda al inicio de la formación profesional, sino que se va moldeando a medida que la experiencia profesional va ascendiendo y surgen nuevos retos.
CONCLUSIONES
Estructurar un IPC es una de tantas decisiones que debe tomar el psicólogo clínico en su haber profesional, proceso que va de los datos clínicos puros a las predicciones y recomendaciones. Un IPC puede ser una descripción general o una generalización descriptiva, es decir, por medio de pocas instancias se pueden derivar conclusiones o predicciones; en otros casos se tratará de una comprensión más amplia del individuo en un contexto específico. Sin embargo, lo cierto es que el psicólogo deber tener presentes todos los elementos vertidos a lo largo de este trabajo, elementos que le permitirán una mejor comunicación con otros especialistas, pero en particular bajo qué garantías y principios éticos desarrolla su actividad.
El psicólogo clínico debe asegurarse de que su informe se basa en datos sólidos; antes de iniciar su redacción debe asegurarse de que las pruebas que citará en dicho informe están respaldadas por investigaciones serias —basadas en evidencias—, pero también debe informarse de los aspectos éticos que conlleva la redacción de un IPC; es necesario que el psicólogo clínico se mantenga al día respecto a las reglas, guías, leyes, etcétera, que protegen la integridad de los pacientes, así como los aspectos formales en la redacción de los IPC.
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ANEXOS
Cómo citar:APA6 |
Moreno-Rodríguez, D., Muñoz-Villegas, N. E., Rodríguez-Palacios, P., & Gil-Dávila, C. I. (2021). Consideraciones éticas para la elaboración de informes psicológicos clínicos en el contexto mexicano. Revista Digital Internacional De Psicología Y Ciencia Social, 7(2), 259-286. https://doi.org/10.22402/j.rdipycs.unam.7.2.2021.347.259-286.
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