Estudios en economía y en ciencias sociales sugieren que para las personas es importante su imagen social, es decir, que les interesa la opinión que otros tienen de ellos siendo esto una motivación para modificar su conducta en función del contexto (Bursztyn y Jensen, 2017). También se ha reportado el efecto contrario, que en ausencia de interacción humana, las personas prestan menos atención en cumplir las normas sociales y en la imagen que muestran a los demás (Cohn et al., 2008). El objetivo de la presente investigación fue evaluar si la honestidad en jóvenes se modificaba en función del contexto: presión social e interacción social. Al grupo con presión social se le hizo creer que pertenecía a un grupo de alto coeficiente intelectual. Al grupo sin presión no se le dijo nada respecto a su inteligencia. La interacción social consistió en responder una prueba de memoria frente al investigador o a través de una computadora. De los 30 participantes que quedaron incluidos en la muestra, 11 se clasificaron como honestos (nueve mujeres y dos hombres con una media de 23.82+2.09 años de edad) y 19 como deshonestos (ocho mujeres y once hombres con una media de 23+3.13 años de edad). Se encontró el mayor porcentaje de deshonestos en el grupo con presión social, tanto en la interacción en computadora (87.50%) como en la interacción con el investigador (71.43%). Mientras que sin presión social el porcentaje de deshonestos en la interacción con computadora fue menor (62.50%). El mayor porcentaje de honestos (71.43%), se encontró en el grupo sin presión social interacción con el investigador. Los resultados muestran que la honestidad es contextual, es decir, que las personas tienden a modificar su conducta honesta en función de si se sienten presionados socialmente y si tienen o no contacto con otro ser humano.