Sabemos que la cooperación es esencial para la supervivencia y evolución de las especies, la cooperación, más allá de cuando dos o más sujetos se comprometen en acciones conjuntas que resultan en un beneficio mutuo (Bowles & Gintis, 2007), es incurrir en un costo para beneficiar a otro (Mccabe & Rand, s/f).

Una variable importante que influye de manera contundente sobre la evolución de la cooperación, ya sea de forma positiva o negativa, es el castigo, sobre aquellos que han incurrido en alguna conducta de deserción (no cooperadora).

El objetivo de este trabajo es el de identificar bajo qué condiciones el castigo es efectivo para promover la cooperación.

La incertidumbre sobre la asimetría del poder y los resultados del castigo tiene un efecto positivo en el mantenimiento de la cooperación.

Se utilizará una metodología experimental usando el juego de bienes públicos para analizar el comportamiento cooperativo y posteriormente se utilizarán técnicas estadísticas para analizar los datos obtenidos.

Ahora bien, las últimas evidencias han llegado a la conclusión de que parece ser que el castigo no es una estrategia válida para fomentar la cooperación (Hauser et al., 2014; Yang, Zhang, Charness, Li, & Lien, 2018; Rand & Nowak, 2011).

Sin embargo, antes de abandonar el paradigma del castigo como promotor de la cooperación, es importante tomar en cuenta las siguientes cuestiones, tal y como menciona Rand et al (2011), ¿por qué los humanos muestran el deseo de castigar? ¿Y por qué en muchos experimentos conductuales el castigo desalienta la deserción?

La conclusión a la que llegamos para llevar a cabo nuestro trabajo es que el castigo es necesario, sin embargo, debido a la incertidumbre sobre la diferencia que existe en la cantidad de poder que posee cada sujeto, el castigo se ejerce en menor medida