Justificación


Con este viraje en la misión y la visión centrado en la sustentabilidad, las instituciones educativas estarían adoptando un paradigma que piensa en un futuro en el que se busca alcanzar un equilibrio en el desarrollo y una mejor calidad de vida, en donde se ven involucradas condiciones ambientales, socioculturales y económicas, puesto que como señala la UNESCO (2012) una sociedad próspera depende de un medio ambiente sano que provea de alimentos y recursos, agua potable y aire limpio a sus ciudadanos.

La manera de crear un nuevo ethos educativo con responsabilidad social es que dirijamos a nuestras instituciones educativas a proteger el ecosistema que nos rodea, así como fomentar en las personas el valor sublime de cuidar a los otros, porque en la medida que lo hagan, ellos mismos se estarán cuidado. A partir de esta visión se les brindará a las instituciones educativas la oportunidad no solo de ser transmisoras y generadoras de conocimiento, sino que adquirirán la obligación moral de resolver los problemas que nuestra sociedad enfrenta y que cada vez se vuelve más complejos (Horhota, Asman, Stratton, & Halfacre, 2014).

Es evidente, como lo señala la UNESCO (2012), que con solo educación no lograremos un futuro más sostenible, pero también es evidente que sin la educación orientada hacia el aprendizaje para el desarrollo sostenible no se podrá lograr esta meta. Por tal motivo, es imperioso que al valor supremo que guíe a la educación tenga un fuerte compromiso con el mejoramiento de nuestro entorno y el de nuestros semejantes y fomente en la sociedad una conciencia ecológica de la cual derivemos propuestas de solución a problemas ambientales, sociales y económicos con la finalidad de impulsar un desarrollo sustentable del mundo que nos tocó vivir (Littledyke, Manolas, & Littledyke, 2013).

Mención aparte merecen los cambios que requieren hacer las instituciones educativas en su estructura organizativa, debido a las nuevas formas de producción y gestión del conocimiento basadas no sólo en redes de colaboración, sino también redes digitales en donde actualmente se está construyendo conocimiento, a tal grado que se ha convertido en una forma de educación liberada en la red que permite que los aprendizajes se produzcan mediante conexiones y el acceso a ecosistemas digitales de aprendizaje en donde existe una gran cantidad de fuentes de información y conocimiento (López García, 2005). Cada vez más los ecosistemas digitales se han convertido en medios que inciden determinantemente en la instrumentación de políticas públicas (Katz, 2015)

En este entorno de desafíos tiene un papel muy importante la incorporación de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en la estructura de gestión para garantizar el acceso a la educación a lo largo de la vida. A través de esta tecnología será posible unir interlocutores lejanos en redes sociales de colaboración, además de almacenar datos e intercambiar información lo más rápidamente posible.

Esta incorporación en las instituciones educativas ha sido lenta debido por un lado al desconocimiento de como optimizar su uso más allá del envío de correos electrónicos o bien, por las actitudes en algunos sectores, y en muchas otras por la actitud de sus directivos que se resisten al cambio y se inclinan a la conservación de un modelo de educación superior introvertido, de transmisión analógica que desaprovecha la forma en que el mundo mediante redes digitales está construyendo conocimiento (Filho, Manolas, & Pace, 2015). No hay que olvidar que es un hecho consumado que actualmente la calidad de las instituciones educativas ya no sólo se juzga por el nivel de formación de sus profesores sino también por la intensidad de sus conexiones electrónicas y de Internet en los más variados ecosistemas digitales de aprendizaje (Orozco, 2010).